*Imagen del Beso de Judas (Lunes Santo) extraída del blog Apartclick.com
En mi tierra natal durante esta semana la ciudad se transforma en un escenario dela
Pasión y Muerte de Jesucristo. Todo lo que se cuente es poco alrededor de la Semana Santa
sevillana, malagueña o nazarena (gentilicio de Dos Hermanas), que son las que
conozco más a fondo.
En mi tierra natal durante esta semana la ciudad se transforma en un escenario de
La
celebración de la Semana
Santa siempre me ha generado sentimientos muy intensos y
encontrados. En numerosas ocasiones, me he preguntado cómo se le podría explicar
de qué va todo esto a “un guiri”… De hecho, he tenido la oportunidad de vivirla
con algunos y, en efecto, sobran las palabras y ninguna de ellas es suficiente:
hay que vivirlo y cada uno lo vive a su manera y descubre o se enfoca en un
aspecto.
Te
puedes quedar con el aspecto artístico, estético o cultural, con el fenómeno
sociológico, con la dimensión religiosa, la económica, la pasión y la devoción,
la presencia de las hermandades, la mezcla de rigurosa pero sutil organización
y confianza en la providencia (o como
quieras denominar a una fuerza trascendente que
permite que miles de personas se apelotonen en poquísimos metros
cuadrados sin apenas una queja, una revuelta, ni una voz más alta que otra -si
no has vivido “una bulla”, esto es difícil de entender-). Y está,
sencillamente, el ocio y el entretenimiento.
A
veces, me parece inexplicable que siga existiendo algo así en pleno siglo XXI,
pero entonces me acuerdo de que también existen “derbys” futbolísticos, macro
conciertos de Justin Bieber o Taylor Swift, Gran hermano VIP… y ya me extraño
mucho menos.
El
ser humano es apasionante, desconcertante e incoherente. Y a mí me encanta que
sea así. Mientras se encuentre alegría,
motivos para seguir adelante y motivación para ser más uno mismo, para
despertarse cada día y dar algo nuevo (y a poder ser bello, en el amplio
sentido de la palabra)… whatever works,
que dijo Woody Allen. Y si no te gusta, cambia de canal. Y esto ya enlazaría
con reflexiones que se nos van del hilo argumental de hoy.
Volviendo
a este estrafalario homenaje a la Semana Santa , mi reflexión más antigua –y reiterada
a lo largo de los años- es por qué el pueblo se fue decantando por honrar más la Pasión y la muerte que lo
que se supone que de verdad importa: la Resurrección. No
falta el año que me lo pregunte: son unas 50 hermandades las que procesionan
durante la semana (llevando cada una, generalmente, 1 paso de Cristo y uno de
palio con la Virgen ).
Siendo generosa, encuentro 3 cuya imaginería representa escenas de alegría y
celebración de los últimos días de Jesús (La Borriquita , La Cena y, cómo no, La Resurrección ); el
resto, es dolor, angustia, desesperanza y muerte.
Tanto
desde el punto de vista cristiano, origen de todo esto, (¿lo grande no es que
resucitó, dándonos un mensaje de esperanza y gloria?), como desde un punto de
vista sociológico, la cosa se las trae. Somos un pueblo de tragedia, de drama,
de recrear una y otra vez dolores profundos, heridas sin cerrar y espinas de
injusticia.
Esa
es siempre mi primera aproximación al acontecimiento, pero luego me voy dando
cuenta de que cuando se habla de semana santa, se habla de fiesta. Y las lágrimas
que veo (salvo cuando la lluvia impide que salgan las procesiones) son de
emoción desbordada, de alegría incontenible, de éxtasis. Y la gente trasciende
la imagen de dolor que tiene delante para ver algo más que no acierto a
definir, algo más que les llena el alma de trascendencia. Porque el hombre es
más que órganos interrelacionados y rodeados de músculos, tendones, huesos y
piel. Definitivamente, es algo más.
Y
esa dimensión, llamémosle espiritual por ponerle algún nombre, se alimenta de
lo que no tiene explicación ni razonamiento lógico, lo que no responde a
criterios racionales… Es eso que llega y nos abrasa con un calor
insoportablemente anhelado, y nos traspasa y nos eleva y nos hace creer, aunque
sea por un segundo, que, tal vez, todo esto tiene su gracia y su misterio, su
magia y su sentido, su más allá.