viernes, 10 de septiembre de 2010

Cuando lo veo venir...

Hay días en que me despierto aparentemente positiva, pero la primera contrariedad me tuerce el ánimo. Y entonces, lo veo claro: en ese preciso instante puedo dejarme arrastrar por la pendiente del mal humor, y empezar a maldecir a diestro y siniestro, y sentirme aislada e incomprendida por tanto “trozo de carne con ojos” con que me topo… Es tan sencillo… y, por extraño que parezca, tan sugerente…

Y también puedo frenar a tiempo, tomar distancia, inspirar profundamente o “cambiarme de gafas”. Todas esas cosas que me sé de memoria y que conscientemente dejo de lado por pereza, inercia o quizás por necesidad de expresar mi ira acumulada.

Puedo elegir, porque soy consciente. Tal vez, no todo el tiempo pero hay momentos en que sí. Y mucho.

Soy consciente de que la realidad es la que es, pero el cómo me acerco yo a ella, cómo la miro, en qué me enfoco… eso cambia mi relación con ella y, por tanto, mis emociones y mi estado de ánimo.

Ayer elegí no tirarme cuesta abajo y sin frenos por la pendiente del mal humor. Y redescubrí que la vida es mucho más que los primeros obstáculos con los que me cruzo (o los segundos, o los terceros..). Y qué a gusto pasé el día: de “rumiante” de malos pensamientos y pitufo gruñón, me convertí en, qué sé yo… (cuesta más etiquetarse cuando uno está bien), en una persona más relajada, abierta y sonriente, por fuera y por dentro.

Y ahí, eso sí, aparece el duendecillo del ego para decirme lo guay que soy y todo lo que he conseguido. En cambio, esos otros… oh, pobres desgraciadillos, ahí rumiando su pequeña infelicidad…

Bueno, eso es que aún tengo camino por delante. ¡A seguir avanzando tocan!

martes, 7 de septiembre de 2010

Los inicios...

Llegó la hora de contribuir a la generosidad sin límites que encuentro en la red.

Me fascina comprobar que, busque lo que busque en Internet, siempre obtengo resultado. Y eso, más allá de la veracidad de la información que pueda conseguir, implica que hay mucha mucha gente dispuesta a compartir sus datos, su conocimiento, su opinión, sus gustos, sus sentimientos... con el resto del mundo, sin importarle quién sea el destinatario de su aportación.

Donaciones desinteresadas que convierten la red en un océano inmensamente rico y abundante. ¿Quién lo iba a decir?

Y hoy quisiera ser, por primera vez, donante en lugar de receptora. Y lo que tengo para compartir son mis pensamientos, esas ideas que navegan por mi mente sin destino mientras conduzco o cuando voy en el metro o paseando o haciendo que escucho...

Amanece bajo el peral... Veamos qué ofrece este nuevo día.