sábado, 21 de enero de 2012

Vada a bordo, cazzo

Un poco contundente este comienzo para inaugurar 2012 bajo el peral… pero no puedo ni quiero evitarlo.

Vada a bordo, cazzo!, ordenó el comandante de la Capitanía marítima de Livorno al capitán del Costa Concordia, cuando descubrió que éste había abandonado el barco tras encallar.

¡Vuelva a bordo, cojones!, hágase cargo de sus funciones, responsabilícese o, en términos más patrios: coja el toro por los cuernos.

Y, sin establecer comparaciones entre la incalificable actuación del capitán, que es un poquito el acabose… creo que hoy día a todos nos vendría bien escuchar a nuestro Pepito Grillo interior gritarnos un fuerte “Vada a bordo, cazzo!!!”. A unos con más urgencia que otros, tal vez. A unos, más imperiosamente que otros, es cierto. Pero volvamos todos a bordo (y confiemos que el nuestro no sea un barco hundiéndose).

Esos políticos, que ya ni recuerdan cuál era la razón de existir de su clase, de la clase política, y viven como los últimos senadores romanos, ajenos al pueblo y a sus necesidades, orondos y repugnantes, enriquecidos y envilecidos.

Esos empresarios melancólicos de los “tiempos modernos” de Chaplin, que no ven al trabajador más que como un elemento de una cadena que fabrica beneficios y dividendos.

Esos funcionarios, que olvidaron que las largas horas de estudio para las oposiciones tenían como objeto permitir que trabajaran al servicio de la sociedad, y ahora atienden a los pobres ciudadanos despistados ante la burocracia con desgana y poca profesionalidad.

Esos dependientes, que discuten airadamente entre ellos por el turno del próximo fin de semana, mientras el cliente espera paciente para preguntar si quedan más tallas de una camisa (a sabiendas de que la respuesta será “lo que hay expuesto es lo que hay”).

Todos aquellos que no salimos a la calle cada mañana pensando en lo bonito que puede ser el mundo y en la importante participación que cada uno de nosotros tiene en esa labor.

Unos tienen mayor delito, otros apenas una faltita de ganas, un poco de pereza, una desidia mal llevada… pero a todos nos vendría bien escuchar un VADA A BORDO, CAZZO! Que ya está bien, hombre.