jueves, 28 de diciembre de 2017

Feliz 2018

Y se acaba un año más. Se van doce meses más. Se fue otra primavera, otro verano, otro otoño y vamos a por otro invierno.

Saboreé el verano al final de un invierno, el verano se presentó duro y así continuó el año. Sentí como nunca que el tiempo pasa, que los padres dejan de ser esos seres eternos y llenos de energía que siempre fueron. Sentí ese querer aferrarme a algo que ya no existe: el tiempo que quedó atrás. Experimenté cómo otras generaciones me van empujando a ser “la voz de la experiencia”.

Nunca he sido nostálgica, sólo a ratos muy puntuales. Pero hoy me descubro revisando fotos de ayer, tratando de captar la mirada con la que entonces imaginaba el futuro. Pero el futuro no existe. Es hoy, SÓLO HOY.

El pasado es un recuerdo borroso del que apenas alcanzo a recordar ciertos sentimientos que han prevalecido, probablemente, muy deformados por mis patrones mentales y mis sesgos. En algún sitio leí que la memoria no es tan fiable como nos creemos, que recordamos todo teñido por las sensaciones con las que vivimos lo que ocurrió y modificando lo sucedido por mecanismos que escapan a nuestro control. A veces, llegamos a crear recuerdos de cosas que, en realidad, nunca vivimos.

Vete a saber qué ocurrió en realidad...

El caso es que ponemos los ladrillos para construir un futuro sobre pilares que son básicamente inciertos. Hacemos el camino que nos lleva al mañana, cargando una mochila de “sabiduría”, basada en recuerdos borrosos y tergiversados, en experiencias que no definen el todo, llenas de “no puedo”, de “ten cuidado”, “no vaya a ser que…”, “anda, quita, quita”, “a tu edad ya…”, “tanto esfuerzo total, pa’qué”…

Y este año me he dado cuenta como nunca. ¡Qué gran capacidad de autolimitarnos tenemos dentro de nosotros! Y, digo, yo, que eso será indicador de que también poseemos la capacidad opuesta: la capacidad de potenciarnos hasta en las situaciones más adversas. Y, si no, que se lo pregunten a Teresa Perales y a todas aquellas personas que han tenido un contexto más difícil de lo habitual y han sabido sacar un provecho extraordinario de las cartas que les han tocado.

Me maravilla estar al lado de personas que contagian espíritu de superación, que viven su realidad con aceptación, que sienten el dolor, sí, pero no se quedan en él; que sienten la ausencia y la pérdida, la lloran y la trascienden, porque saben que no queda otra, que es parte del juego.

El vaso no está medio lleno ni medio vacío: hay un vaso y tiene agua. Pues vamos a ver qué hacemos con él.

Muchos estamos demasiado entrenados en ver “el lado oscuro”, pero es solo eso: cuestión de entrenamiento. Y yo este año pienso disfrutar de mis agujetas mentales mientras atravieso mis inercias, mi pereza, y mis aparentes carencias, para ir más allá, para explorar territorio ignoto. No busco experiencias límite, ni grandes alharacas, se trata más bien de pequeños gestos cotidianos de autenticidad y plenitud..

Si quieres, te deseo un 2018 como me gusta imaginarme el mío: lleno de “sì alla vita” como dice Cate Blanchett en aquel anuncio. Pero un “SÍ a la vida” real, sin poses ni dramatismos. Un sí a dejar de perder el tiempo en cosas que no me aportan, un sí al silencio, a la búsqueda interior. Un sí a recuperar la amistad con mayúsculas (que este año se me ha quedado un poco desvaída en algunos casos). Sí a recuperar esos momentos de calidad y calidez, a compartir desde el corazón, sí a dejar hablar al corazón. Sí a retomar el contacto con la naturaleza que me da la vida. Sí a confiar, aceptar lo que viene y a fluir con ello. Sí a soltar el control. Sí a la música que me emociona. Sí a minimizar la queja rumiante y cambiarla por la acción trasformadora.

Uff… tremendo, me emociono con sólo pensarlo.

Este es el 2018 que quiero dibujar. Para ser sinceros, llevo tiempo en el camino, pero es cierto que me falta mucha práctica y recaigo con facilidad en la inercia del “total pa’qué: ya, si eso, mañana…”

Pero ante las caídas, a levantarse una y otra vez. Hay tanta inspiración en la que apoyarse.

Gracias a todos aquellos que este año me habéis inspirado: algunos con una palabra; otros, con la fuerza constante de vuestra presencia, vuestro calor y entusiasmo. Algunos lo sabéis de sobra y otros ni os imagináis la fuerza de vuestra inspiración sobre mí (a ver si consigo hacéroslo saber poco a poco). A todos: ¡gracias!

Feliz 2018. A por él!!!!!!