viernes, 25 de mayo de 2012

Blogueando sin rumbo fijo


Hace más de un mes que no medito a la sombra del peral… Y no es que no vea pasar multitud de ideas a lo largo del día, mientras viajo en metro, cuando camino o incluso mientras trabajo. No es que no me visiten, fugaces, las musas, para ofrecerme destellos de inspiración que, con calma, podrían convertirse en reflexiones que compartir con quien quiera sentarse conmigo a la sombra de este arbolito…

¿Será que vivo demasiado rápido? ¿Será que las musas se enfadan cuando las dejo de lado por un programa tonto de la tele o por pura pereza o cansancio al final del día?

El caso es que a menudo aparece en mi mente un tema y me digo que lo voy a llevar “al peral” para profundizar en él, saborearlo, darle forma… Y cuando de verdad me paso por aquí, no se me ocurre nada.

Nada.

O sí… pero me autosaboteo, me digo ¿y ahora voy a sacar este tema? Qué cansina, por Dios. Mejor algo más livianito, qué sé yo…

Y ni una cosa ni la otra.

El otro día leía las indicaciones de no sé quién para mantener un blog. Decía que lo primero es tener claro la imagen que se quiere ofrecer, por qué se quiere ser conocido.

¿Y por qué quiero yo ser conocida?

(…)

Pues tampoco tengo una idea clara. Tal vez, por ser alguien en constante búsqueda de sentido, eso sí. Alguien que piensa que este mundo es mucho más que lo que apreciamos por los sentidos (lo que no está nada mal, por otra parte). Alguien que vive la vida como un camino en el que debe de haber un equilibrio entre dejarse llevar y dirigirse. Alguien honesto. Una persona trabajadora y también “disfrutona”. Un puzzle de miles de piezas, que encajan de alguna forma misteriosa y maravillosa, formando una imagen que, según el día, va cambiando del realismo más puro al cubismo más abstracto.

Y ahora esto ¿cómo se lleva a un blog?

No lo sé. Sinceramente, no tengo expectativas para este rinconcito mío, más allá de abrir un poquito mi corazón y mi cabeza de la forma que mejor sé hacer: por escrito. Y, por eso, a veces escribo de lo divino y otras de lo humano y cotidiano, sin mucha coherencia global, supongo.

Sí, realmente, mi única intención es esa: abrirme al mundo, a mi mundito, mostrarme más allá de las apariencias o de la superficialidad del breve encuentro.

Y a partir de ahí… a fluir.

A propósito, una pregunta... y a ti ¿por qué te gustaría ser conocid@?