miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sonidos

20:45. Un martes cualquiera en un barrio de Madrid. Estrés, agotamiento mental, demasiado parloteo interior, demasiadas listas de cosas por hacer que repaso mentalmente, cansándome mucho más que si me pusiera a hacerlas de una vez por todas.

Procrastinación o el arte de dejarlo todo para "mañana-ya-si-eso". Anticipación o cómo preocuparse por todo lo que ha de venir (o no) a escala micro y a escala global.

Vuelvo a casa con la compra y con todo ese diálogo mental (un día de estos he de plantearme seriamente eso de la meditación, dicen que ayuda a controlar y serenar la mente), y oigo de repente y por encima de todos los ruidos de la ciudad, el cri-cri de un grillo rezagado.

Este grillo ha debido de pensar que el veranillo de San Miguel es verano al fin y al cabo, y a él, en verano, le toca currar, anunciándonos con su cri-cri que ya es hora de serenarse, de salir de la ofuscación del día a día, respirar hondo y sonreír, dando la bienvenida a la noche.

Gracias, Pepito (Grillo).