lunes, 27 de octubre de 2014

Hazte el favor

Esta vez escribo muy especialmente para mí misma. Escribo por el mero hecho de “romper la inercia” del “vuelva usted mañana” que llevo dentro.

Una parte de mí se dirige a la ventanilla de mi creatividad y le pide un momento de tranquilidad para sentarse a escribir algo. Y la chica del otro lado de la ventanilla comienza con el interrogatorio:

“¿Estad usted segura de lo que quiere escribir? ¿Y de cómo va a hacerlo? ¿Y de los destinatarios de su trabajo? ¿Sabe a ciencia cierta si a alguien le puede interesar lo que piensa escribir?”

Y yo trato de interrumpirla con educación: “No, bueno, es que yo pensaba ir escribiendo y, luego ya, a medida que fluyan las ideas…”

“Claro, sí, a medida que fluyan las ideas… qué bonito, vamos que no tiene usted ni un proyecto, ni un boceto… ¿Y tiempo? ¿Tiene tiempo? Porque para media hora, ni se moleste en venir a hacerme perder el mío. Porque, a ver, ese momento que buscaba, ¿en qué había pensado? ¿Qué formato? Tendrá que dedicar al menos en dos horas. Menos, ni lo intente. Y dos horas… Me va a perdonar que me meta donde no me llaman pero ¿es que tiene usted ya sus trabajos domésticos terminados? ¿y esa ropa por planchar en el armario? ¿y esos regalos que tiene que comprar para pasado mañana? Y los apuntes del último curso al que asistió, ¿ya los ha repasado? Hombre, que no se puede venir aquí con temas pendientes, por favor”.

Y ahí ya, sumisa y derrotada, bajo la cabeza y me despido: Tiene usted razón, perdone que la haya molestado.

Me voy a planchar, a comprar, o, con la sensación de fracaso que tengo, casi prefiero sentarme en el sofá a ver la tele, y a ver si se me pasa.

Porque yo, humildemente, me siento escritora. Escritora porque me encanta escribir, porque mi comunicación fluye con mucha más facilidad bolígrafo en mano o tecla de por medio. Porque empiezo con un argumento y vete a saber por dónde termino… Y en el camino, me lo paso estupendamente.

Pero con doña Perfecta en la ventanilla de la creatividad, no hay manera de hacerse paso. Me rindo antes de empezar. Me evado y me convenzo de que no tiene sentido. ¿A quién quiero engañar? Si yo de escritora tengo lo que Lorca de fontanero…

Nunca es el momento adecuado, nunca es el formato perfecto ni el tema idóneo… Y aquella Rocío que desde muy pequeña andaba dejando sus pensamientos mínimos en hojitas de papel se va desdibujando, esfumándose, haciéndome creer que todo fue un sueño. Que todo es un sueño.

Por eso, hoy he encendido el ordenador y me he dicho:
“Rocío, hazte el favor de sentarte y escribir la primera chorrada que se te ocurra, pero no te levantes hasta haber dejado algo escrito.

“Porque HOY es el mejor día para empezar a recuperar tu sueño, tu hobby, tu pasión. HOY. Olvídate de pedirle permiso a doña Perfecta y lánzate a la aventura de vivir lo que te gusta, para disfrutarlo, para seguir aprendiendo, para seguir creciendo como la que realmente eres, y no una imitación de ti misma.

“Y mañana, más. Y si no mañana, pues pasado, pero no lo dejes, por favor, sé fiel a ti misma con constancia.


“Porque el camino se hace andando, dando un paso después de otro. Nada más obvio, nada más real.”