Apenas comenzó a
sentir que su cuello se alargaba más que el de sus compañeros, decidió
encorvarse para disimularlo.
Y al descubrir su
plumaje blanco, buscó hojas y ramas para conseguir un color pardo, más parecido
al de sus "congéneres".
Y así con cada cambio que percibía en sí mismo. Lo
ocultaba o enmascaraba, hacía lo imposible por ocultar lo que le hacía
diferente, cualquier rasgo de distinción.
Luchaba sin descanso por parecerse a
los otros. Hasta que un día claro y sereno, se miró en el estanque y vio una
imagen fantasmagórica. ¿Quién era él? No era nadie. No era como nadie. Y
lloró amargamente su confusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus meditaciones son bienvenidas: