Lo que pasó ayer me recordó a
esos libros de mi infancia en los que uno decidía lo que le ocurría al protagonista:
“si crees que Tony sale por la puerta roja, pasa a la página 29; si quieres que
lo hará por la azul, sigue en la página 32”. Así, la historia cambiaba a
medida que elegías tus opciones, hasta llegar a uno u otro desenlace.
Lo que ocurrió ayer en el
#BeingOneForum, me recordó que la vida es un poco como esos libros, sólo que el
final se va escribiendo y modulando a la vez que tomas las decisiones y no
antes.
Te cuento: El Being One Forum era
un evento de 3 días al que asistirían gurús del desarrollo personal de todo el
mundo. Yo tenía entrada para el sábado.
9:30: Llegó a las puertas del
Recinto (que se había cambiado respecto al previsto inicialmente 3 días antes
del evento) en Leganés. La cola es inmensa. Apenas avanza.
Una hora y media después, cuando
la primera conferencia ya debería haber comenzado, la cola ha aumentado como al
doble y casi no nos hemos movido. Pese a ello la gente está charlando,
tranquila. Llegan chicos identificados como “personal” y nos dicen que no se va
a poder entrar, que el primer ponente ha salido afuera a tratar de hablar a la
gente allí mismo. ¿Eh, cómo? Empieza la confusión.
La fila se deshace y todos nos
acercamos a la entrada. Bullicio, dudas, la gente se pregunta, nadie tiene
respuestas. Al fondo, se ve a Robin Sharma subido en un escalón, hablando. No
se oye nada.
Aparece más “personal” y nos
dicen que hay un problema con la seguridad, que exigen el pago en efectivo de
18.000 euros y que no hay dinero y se suspende el evento.
Caos, incredulidad, y, poco a
poco, se van formando dos grupos: uno, con las personas que piensan que es
importante denunciar y reclamar este hecho, planean crear una página de
Facebook con los afectados, ir a la Policía, etc. Otro, decide que, ya que están
allí y también los ponentes, pues prosigamos como se pueda fuera del recinto.
Allí se sientan, los ponentes hablan, no hay megafonía, no se oye nada.
En medio, los indecisos, como yo.
Deambulo de un lado a otro, me siento más a gusto en el grupo de los que
meditan, escuchan a Robin y luego a Don Miguel Ruíz Jr., pero como tengo frío y
no oigo nada, decido irme.
Me vuelvo a Madrid, doy una
vuelta, visito a mis sobrinas pero sigo atenta a lo que se dice del evento en
las redes sociales. Hay mucha confusión, indignación y caos. Ha estado también
en el exterior Alex Rovira (vaya, me lo perdí). De repente, leo en algún lado
que se van a abrir las puertas. Me lo pienso y me voy al metro para volver a
Leganés.
Al llegar, en efecto, las puertas
están abiertas, me acredito, hay muchísimos espectadores, aunque bastantes menos
de lo previsto, claro. Están escuchando a Anita Moorjani (la principal razón de mi
presencia allí) y a Emmanuel Dagher, a quien no conocía.
Más tarde, me entero por una
amiga de que Antonio Moll -el organizador- había salido a la calle al final de
la mañana a explicar que no tenía dinero y que le pedían 80.000 euros para
abrir las puertas. Que él ya no sabía qué hacer, que la situación le había
superado.
No sé si fue él mismo u otra
persona quien propone en ese momento hacer una colecta. Evidentemente, entiende
que mucha gente no va a querer poner ni un duro más para esta rocambolesca
situación, pero aun así, se colocan unas cajas de cartón y, quien quiere, dona
la voluntad. El caso es que finalmente, las puertas se abren y entra el público
y los ponentes.
El presentador suplente (la
titular había dimitido por la mañana) propone que quien desee expresar lo que
siente, suba al escenario a dirigirse a Antonio. Y al parecer lo hacen varias
personas, con mayor o menor intensidad emocional. El organizador termina
llorando, pidiendo perdón y manifestando su buena intención por encima de todo.
Empiezan las conferencias. El
evento tiene lugar. Ni en la forma ni con el contenido previsto. Y ahí reside
la magia.
Esto fue lo que ocurrió, según te
puedo contar yo, con lo que presencié, lo que oí, lo que leí, lo que me contó
esta amiga. ¿Cómo interpretarlo? Cómo TÚ ELIJAS.
Lo que yo viví fue un verdadero
seminario práctico de crecimiento personal.
Viví mis emociones y sensaciones.
Observé mis pensamientos. Observé el presente. Tomé mis decisiones. ELEGÍ.
Elegí irme, elegí volver.
Sentí la energía contagiosa que emana de un grupo
cuando cada uno de sus individuos decide fluir, decide aceptar y tomar lo que
hay para avanzar.
Sentí la sinceridad de los
mensajes de Anita y Emmanuel, en un contexto que había puesto patas arriba su
programa. Se salieron de él con humildad y gracia, para darse con naturalidad,
para hablar de verdad desde una situación nada prefabricada, sino todo lo
contrario. Se abrieron a lo que la gente quiso preguntar. Y así cada ponente.
No sé qué hay detrás de lo que ha
pasado. No sé si Antonio Moll es un farsante y un gran actor o simplemente un
soñador que apuntó demasiado alto para una primera vez. O quizás no se rodeó de
las personas adecuadas para asesorarle. No puedo saberlo. Pero elijo pensar que
no hay mala intención detrás de este “desastre”. Y entiendo y respeto, también,
a aquellos que elijan pedirle responsabilidades.
Sólo sé que los 100 euros de
entrada, para mí, están pagados con todo lo que viví ayer, desde el momento en
que me puse en la fila:
- Con la chica venezolana, Irasema, que durante la larga espera me dio “clases particulares”, vamos, un “seminario personalizado” de cómo ir apagando las voces interiores limitantes y pasando a la acción. Parecía que me leía por dentro, la tía. Gracias, Irasema, te perdí la pista en algún momento del caos. Creo que fuiste mi ángel del día.
- Con la gratitud por haber podido ver a Anita Moorjani, cuya inspiración en mi camino ha sido tan importante y liberadora. Y también agradecida de haber conocido a este Emmanuel Dagher, a quien pienso seguirle la pista.
- Con la re-confirmación de que no tiene ninguna importancia que la vida no se atenga a lo que yo tenía planeado, previsto u organizado, siempre que aprenda a fluir con lo que ES. Y lo de ayer fue una lección práctica de cómo fluir.
- Con mi decisión de “rebelarme” por un momento, sacando a esa niña traviesa (yo, “María Correcta”) y permitiéndome sentarme, así como quien no quiere la cosa en 2ª fila (y es que total ya, a esas alturas del partido).
Me quedo con mi aprendizaje, del
que aún no soy del todo consciente, con lo vivido y experimentado.
Si hubiera decidido seguir al
otro grupo…, si no me hubiera ido a Madrid tan pronto…, si… el camino habría
sido distinto. Pero elegí uno y decidí vivirlo con presencia e intensidad.
Tanto, que luego en el festival de Eurovisión me quedé frita. Pero me gustó que ganara Portugal (aunque yo iba con Chipre) Y es que no sólo de inspiración vive el hombre.