domingo, 31 de diciembre de 2023

Fin de un Año Especial

Las navidades pasadas fuimos toda la familia a probar un restaurante chino de Usera, el “barrio chino” de Madrid. Recuerdo que aún faltaba un poco para su Año Nuevo (que creo que coincide con la primera luna llena del año) y ya había calendarios que anunciaban el animal que simbolizaba 2023, no recuerdo cuál era (búscalo tú en Google y me dices). Para mí, sin duda, será el año del Ave Fénix.

En 2022 perdí a mi madre (¿la perdí?, ¿se puede perder un amor tan bello?, ¿una energía tan intensa? Quizás solo la “perdí de vista”). Este año perdí la calma, el sueño, un pecho, una amiga, varios kilos, la alegría y la conexión con la Vida. He recuperado casi todo lo recuperable (María José, a ti, como a mi madre, solo os perdí de vista, pero os siento tan cerca como siempre). Y cierro el año con una sonrisa.

Ya sabes que, de pequeña, me daba miedo mirar debajo de la cama, por si los monstruos. Este año, han salido ellos solitos de camas y armarios y nos hemos visto frente a frente. Al principio, huía, echaba a andar por las calles y parques de la ciudad, tratando de despistarlos. Por la noche, era más difícil escapar, así que quitaba mis manos del rostro para atreverme a mirarlos en la oscuridad. Lloré una y mil veces, grité en voz baja, murmuré improperios desgañitándome, sin que saliera un hilo de voz de mi garganta (qué culpa tienen los vecinos de mis cosas).

“No es justo” “Por qué a mí” “Para qué venimos a este mundo” “Qué sentido tiene todo esto”. Creo que no quedó lugar común de la “noche oscura” que no habitara en profundidad. Lo más doloroso era sentirme desconectada de las ganas de vivir: estar con mis sobrinas, hacer una excursión por el monte con Mori, y descubrirme como anestesiada, inerte, incapaz de sentir la belleza o la alegría.

Pero todo pasa. Y esto también. No en un día, ni en dos, ni en tres, pero fue pasando. Poco a poco. A base de aceptación, de mirada amorosa hacia mí misma y mi proceso. Es difícil quererse cuando una se siente un guiñapo, y precisamente es cuando más se necesita. Al principio, era una declaración de intenciones, pero con el tiempo se está convirtiendo en una realidad: me voy queriendo, me voy respetando, perdonando, cuidando.

Y es que este año he descubierto el poder de la intención. Jugar a ser la observadora de mi realidad. Jugar a que me quiero, que respeto mis límites, que me doy el espacio y el tiempo que necesito.

Y el poder del agradecimiento. Al principio, casi me tenía que inventar algo que agradecer cada día, porque mi mente se había acostumbrado a mirar “lo que no” y le costaba enfocarse en “lo que sí”. Ahora, son mayoría los momentos en que percibo mil cosas por las que estar agradecida, sobre todo, por el amor que recibo en mil modalidades diferentes (Mori a la cabeza, con su incondicionalidad y su presencia paciente y confiada). Y las maravillosas sincronías, encuentros, conversaciones y oportunidades que se me han presentado en el camino, para seguir recorriéndolo de la mano de gente que llena el alma.

Acaba un año especial y lo que fue un bofetón en mitad de la cara se ha ido convirtiendo en un “meneo” para despertar mucha riqueza que habita en mí y desea ser expresada; y una gran oportunidad de descubrir sentir el regalo de la presencia y el cariño de tantas y tantas personas. Somos muy grandes los humanos, cuando nos ponemos. Y quiero dedicarme a recordarlo cada minuto de mi existencia, así que no sabes lo que te espera si sigues ahí, Amig@.

Gracias, gracias, gracias, por tu compañía, por tu inspiración, por tu mirada comprensiva, por tus palabras de aliento, por tu silencio.

Te deseo que en 2024 la Paz reine en tu corazón. Con eso, lo demás, lo bordas.

Abrazo de más de 8 segundos.

2 comentarios:

  1. Tu madre y tu amiga pueden sertirse muy orgullosas de ti. Eres una excelente hija,amiga,tia,sobrina,hermana y sobre todo bellisima persona. Una sevillana que te lleva en el corazón.María del Mar

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    1. Gracias, Mari. Qué bonita eres y con qué ojos tan bonitos me miras. Un beso fuerte

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